El uso ritual de este potente enteógeno quedó sepultado tras la colonización y ha emergido en años recientes con fines terapéuticos


La entrada al recinto más sagrado de Tenochtitlan, la majestuosa capital del imperio mexica, está flanqueada por dos ranas sonrientes esculpidas en basalto. Otro sapo de piedra, orondo, de más de un metro de altura, aparece tumbado entre un temascal y la pista del juego de pelota en un yacimiento olmeca de la costa de Veracruz. El friso de los Cuatro Reyes, en un templo